Se estima que a nivel nacional 90 por ciento de los mexicanos están afectados por caries y 70 por ciento por la enfermedad de las encías, los dos principales padecimientos de la cavidad oral, afirma la jefa de la Clínica Odontológica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, Luisa López Osuna.
Puede ser que las caries sean pequeñas o que haya inflamación de las encías. Peor aún, que se presente un padecimiento importante, incluso, la pérdida de piezas dentales, precisa la especialista.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, a esos trastornos se agregan los cánceres bucales, manifestaciones del VIH, traumatismos, labio leporino y paladar hendido, además de noma (una grave enfermedad gangrenosa que empieza en la boca y afecta mayoritariamente a niños). La mayoría son prevenibles en gran medida y pueden tratarse en sus etapas iniciales.
Según estimaciones publicadas en el estudio sobre la carga mundial de morbilidad (Global Burden of Disease Study 2017), las afecciones bucodentales afectan a aproximadamente tres mil 500 millones de personas en el mundo. La caries en dientes permanentes es el trastorno más frecuente: dos mil 300 millones la padecen y más de 530 millones de niños la sufren en los dientes de leche.
Con motivo del Día Mundial de la Salud Bucodental, que se celebra el 20 de marzo, López Osuna afirma que la cavidad oral constituye la primera parte de la digestión; ahí se da la entrada de los alimentos y existen enzimas que inician ese proceso. A través de la boca y las lesiones se pueden detectar de manera temprana ciertas enfermedades, como el Sida o el sarampión, precisa la académica universitaria.
Al detallar los dos principales padecimientos, la integrante de la FES Iztacala refiere que los microbios metabolizan carbohidratos “y ese metabolismo produce ácidos que disuelven el esmalte de los dientes, que es un tejido mineralizado, provocando que se formen cavidades en los dientes; eso son las caries”.
Si esos “hoyos” se agrandan, es decir, si la lesión se vuelve más profunda, puede afectar el tejido nervioso llamado pulpa dental; entonces aparece la molestia que evoluciona a dolor.
La enfermedad periodontal, precisa, consiste en el daño de los tejidos que rodean al diente, y tiene dos etapas: la gingivitis o inflamación de las encías, reversible con una buena higiene; y la periodontitis, proceso inflamatorio debido a la actividad de las bacterias (aproximadamente 700 tipos presentes en la boca), que provoca la pérdida del soporte de las piezas dentales y su consecuente caída.
López Osuna señala que lo anterior impacta la estética, sobre todo si se trata de los anteriores (ubicados al frente de la boca), y también la masticación porque no es posible cortar bien los alimentos. Si son los molares disminuye la capacidad de moler y comenzar correctamente el proceso digestivo, lo cual puede traer problemas gastrointestinales.
La causa de estos padecimientos es, principalmente, la falta de higiene; cuando dejamos de cepillarlos aumenta el número de bacterias patógenas, capaces de producir sustancias que dañan los tejidos dentales. En cambio, al realizar esta práctica las mantenemos en equilibrio, toda vez que son necesarias en la cavidad oral para metabolizar la comida.
Aunado a lo anterior, el tabaquismo y una dieta alta en carbohidratos, alimentos procesados, con demasiada azúcar añadida y grasas, aumenta el número de esos microorganismos que provocan caries o enfermedad periodontal. Por eso es importante el cepillado (incluso sin pasta dental, o enjuague bucal), dos veces al día como mínimo, precisa la experta. “Es como barrer y quitar el polvo, aunque no tengamos jabón”.
Cambiaron las conductas
Aunque no se han efectuado estudios, seguramente con la pandemia se incrementaron los padecimientos bucales porque los pacientes dejaron de acudir a atención odontológica y en diversos casos se interrumpió, estima la académica.
De igual forma se modificaron conductas. Salir para ir a la escuela o la oficina te obliga a lavarte los dientes, incluso llevar un cepillo para usarlo fuera de casa; pero al estar en el mismo lugar la rutina es levantarse, comer, tomar café de forma constante y, como no interactuamos directamente con las personas, dejamos de lado la higiene bucal.
Al referirse a algunos de los procedimientos odontológicos, comenta que los implantes son la última frontera de los tratamientos estéticos y de restauración; son tornillos que se meten en el hueso y reemplazan al diente perdido. “La tecnología está muy avanzada y a través de partículas colocadas en la superficie del implante hay una integración de este en el hueso”.
Cuando ocurre un tratamiento como este o la ortodoncia (brackets) para alinear los dientes, el paciente debe tener buenos hábitos de limpieza. “La higiene es la base de la salud bucal; si no se tienen esos cuidados, el tratamiento, cualquiera que sea, no va a funcionar”.
Para la universitaria, se necesita que la población esté consciente de la importancia de este aspecto para su bienestar general; si no ocurre así, “es más una imposición que un aspecto razonado”. Después de eso, se requieren campañas para recordar el correcto cepillado, uso de hilo dental y enjuague; además de visita al dentista una o dos veces por año. “No hay que esperar a tener molestias”.
En cualquier caso, recalca López Osuna, si el paciente encuentra algo anormal en su boca, como cambios de coloración, úlceras que no cicatrizan, etcétera, debe acudir con un odontólogo de inmediato; la detección temprana de padecimientos, como el cáncer, permite su cura.
Fuente: Boletín UNAM